Conducir con nieve y hielo, consejos para una conducción segura

8 de enero de 2021 de

La conducción en días nevados es algo que no debe asustarnos, pero que sí requiere cierta adaptación. Hay que tener en cuenta que la nieve no es un problema, sino una condición más de la vía, como puede ser un día soleado, ventoso o con mucha agua. A nadie se le ocurre pasar al límite por una curva un día lluvioso, puesto que la pérdida de control sobre el vehículo está garantizada. Pues bien, en condiciones de nieve o hielo ocurre lo mismo, con la diferencia que todas nuestras acciones requieren mucha más antelación. A continuación os dejamos una lista de diez consejos que pueden ayudar en días de adherencia complicada.

  1. Montar neumáticos de invierno. Es la mejor garantía para disfrutar del viaje o transporte. En los países nórdicos lo tienen muy claro y ya lo hacen como norma, pero en nuestro país esta práctica todavía no está muy extendida. El neumático de invierno no es sólo para días de nieve o hielo, también es importante con asfaltos fríos o lluvia, por lo que su instalación se recomienda, según la latitud en la que nos encontremos, entre los meses de octubre y noviembre, para quitarlos en febrero o marzo.
  2. Mantener la calma. Con independencia del neumático montado, la conducción en bajas condiciones de adherencia nos obliga a estar calmados y concentrados en lo que hacemos. Los nervios son malos aliados en estas situaciones, y mucho peor son las prisas. Si ya estás metido en el problema, lo mejor es ocuparse de él y evitar que la situación nos supere. Eso ayudará a poner en práctica los siguientes puntos.
  3. Antelación. Las frenadas han de ser suaves y largas. Hay que frenar mucho antes de lo que lo haríamos en agua, pero además, hay que hacerlo con suavidad, sin brusquedades. Hoy en día todos los coches cuentan con buenos sistemas de ABS, pero debemos intentar no llegar al punto de su funcionamiento.
  4. Distancias de seguridad. Tienen que ser todavía mayores, tanto con el vehículo que tenemos delante como con el que nos sigue. Recuerda, no hay prisa, es mejor llegar tarde que no hacerlo.
  5. Leer bien el terreno. Si la carretera está completamente nevada, es mejor pisar por donde ya han pasado otros coches. Si está empezando a nevar, hay que intentar ver las posibles placas de hielo. En cuanto el asfalto tenga un brillo diferente, reduce la velocidad todo lo que puedas, e intenta pasar por lo zona sin apenas inercia; es mala compañera de viaje sobre el hielo.
  6. Llenar el depósito. Puede parecer algo absurdo pero en caso de quedarnos atrapados, un depósito lleno nos garantizará el funcionamiento de la calefacción del coche. Llegado el caso de encontrarnos en tal situación: motor encendido, calefacción puesta y teléfonos cargados. Hoy en día es complicado que esto pase, pero basta ver las noticias para comprobar que no es imposible.
  7. Suavidad. La misma tranquilidad con la que tenemos que frenar, hay que aplicarla a la dirección o el acelerador. Los movimientos han de ser suaves, sin brusquedades, ya que esto generaría inercias innecesarias con la consiguiente facilidad de llegar a la pérdida de control del vehículo.
  8. Ayudas electrónicas. Es recomendable llevar conectadas todas las ayudas electrónicas de las que dispone el vehículo. Su puesta a punto está pensada para días complicados, y nos ayudarán a mantener el control del vehículo. Eso sí, su límite está más cercano, por lo que hay que tomarlas como una ayuda y no como la solución.
  9. Cadenas. A partir de determinados meses del año y según la zona por la que circulemos, hay que llevar cadenas en el maletero siempre y, al menos, un par de guantes para colocarlas. Son la única alternativa a los neumáticos de invierno, si bien no garantizan que se pueda rodar muchos kilómetros seguidos con ellas. Hay de varios tipos y se deben montar en las ruedas que tengan la tracción, aunque lo ideal sería llevarlas en las cuatro. Cómo montar las cadenas es algo que cualquier conductor que vaya a circular en climas fríos debería aprender.
  10. Mirar la previsión. Aunque parezca una obviedad, ayuda mucho a prevenir males mayores. Si hemos llegado a un punto en el que no nos atrevemos a seguir conduciendo, bien porque no nos sentimos capacitados para hacerlo, porque no queramos correr riesgos o porque la vía sea intransitable, lo mejor es echarse a un lado y dejar el camino libre para que puedan pasar los quitanieves o vehículos de rescate. Los teléfonos móviles cargados siempre son una buena idea, así como algo de alimentos guardados por si acaso prevemos complicaciones (galletas, batidos, agua, bocadillos…).

A continuación tienes un vídeo de Juan Francisco Calero sobre conducción en condiciones extremas de hielo y nieve.

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