Los errores más habituales al conducir en verano

16 de agosto de 2024 de

Las carreteras y autovías en verano son un excelente muestrario de malas prácticas al volante. Y no es por casualidad. Muchos conductores ocasionales se lanzan una o dos veces al año a la carretera, y en verano se da una de estos pocos momentos en los que salen a circular, poniendo en evidencia su falta de pericia, de responsabilidad o también, por qué no decirlo, de educación vial.

En los momentos clave donde mayor concentración de conductores se da es en las denominadas “operación salida”, que coinciden con el inicio y final de cada quincena natural de los meses de julio y agosto. Sin embargo, durante los días en que los turistas están en sus destinos vacacionales también hacen gala, con cierta frecuencia, de todas esas malas costumbres que exportan desde su zona de residencia, por donde ya tienen “todo controlado” y pasan más desapercibidos, para convertirse en un elemento más a esquivar, por beneficio propio.

Hay quienes en verano tienen costumbre de circular vestidos como si acudiesen permanentemente a una piscina: con calzado inadecuado y con poca ropa, lo cual puede traer consecuencias en caso de accidente. Aquí tienes un compendio de malas prácticas que se ven especialmente en estas fechas:

Circular por el carril izquierdo (o el central)

No es algo exclusivo de esta temporada, pero con el aumento del tráfico y sobre todo con la salida a carretera de muchos conductores que apenas la pisan, aumenta la concentración de “despistados” que olvidan que la norma en vías de dos o más carriles por sentido es circular por el carril derecho, dejando los demás exclusivamente para adelantar. Esto significa que si hay tres carriles, no se debe ir tampoco por el central con la típica excusa del “es que voy más seguro”, o la de muchos reticentes a apartarse, “si, total, no se puede correr a más de 120”. El efecto de circular innecesariamente por el carril izquierdo es que se entorpece la fluidez del tráfico. Basta recordar que la multa por circular fuera de poblado por cualquier carril que no sea el derecho es de 200 euros. La misma cuantía a la que se expone un conductor si eres tú el que circula por el carril izquierdo sin apartarte y te adelanta usando el carril de la derecha.

No mantener la distancia de seguridad

Este efecto es muy común el momento en el que el tráfico es denso y la vía, sin llegar a estar atascada, tiene un constante trasiego de coches en caravana. Es una de las causas más comunes de retención debido a que se produce el denominado efecto acordeón: un coche frena sin detenerse, los siguientes que le preceden tienen que frenar repentinamente con intensidad porque circulan muy pegados entre sí, hasta que uno de ellos se ve obligado a parar. En ese instante, comienza una retención que se irá repitiendo sin mayor causa que la de que muchos conductores no sean capaces de mantener los suficientes metros con el coche de delante para amortiguar los cambios de velocidad propios de ir en caravana.

Fuente: DGT

Arreglar los papeles del seguro tras un percance en mitad de la vía o en el arcén

En el peor de los casos, si la falta de distancia de seguridad antes citada es la causa habitual de alcance, un golpe en mitad de una caravana de coches automáticamente conlleva un atasco descomunal. Con frecuencia ocurre que los coches no quedan muy dañados y pueden moverse, pero por desconfianza o por desconocimiento, los conductores que sufren el percance no se apartan de la vía para arreglar los papeles del seguro en un lugar donde no entorpezcan y estén protegidos del tráfico. Al contrario, mucha gente decide hacerlo en el arcén, en la mediana o a veces incluso ocupando el propio carril, sin mover los coches hasta que han acabado el papeleo.

Imagen: FESVIAL

Llevar los neumáticos con la presión baja

Es en esta época cuando más se nota la falta de mantenimiento de muchos coches, en especial de algo tan sencillo como llevar los neumáticos con la presión adecuada. Y si es más patente que nunca es porque los coches circulan más cargados, a menudo con la familia y el equipaje a cuestas, y las ruedas, que ya de por sí van con poco aire, se aplastan contra el asfalto como un balón de Nivea a medio hinchar. Hay que recordar que cuando se va a circular con el coche cargado hay que aumentar las presiones según lo que indique el libro de mantenimiento, pero incluso ante la duda, es mejor pecar por exceso que por defecto. No pasa absolutamente nada por inflar las ruedas hasta 3.0 bares. Tan solo perderemos confort. Sin embargo, es muy peligroso que vayan, por ejemplo, a 1,2 o 1,5 bares en un coche que sin carga deba tener al menos 2,0 bares por rueda. A diferencia de lo que mucha gente piensa popularmente, las ruedas no revientan por exceso de presión, sino por defecto, ya que al ir desinchadas se calientan mucho más por efecto de la fricción con el asfalto (especialmente cuando este está a más de 70 ºC en pleno verano), y el exceso de temperatura hace que la rueda reviente o se desintegre si está envejecida.

Usar mal el aire acondicionado

Parece algo fácil de usar y, sin embargo, hay muchos conductores que no saben sacarle partido o emplearlo de la mejor manera no solo para enfriar el habitáculo rápido, sino para mantenerlo fresco con el menor esfuerzo. Distinguiremos así dos situaciones clave en las que conviene actuar de diferente manera:

Cómo usar el aire acondicionado al arrancar el coche cuando ha estado al sol

  • Conectar el aire acondicionado a potencia elevada y con la recirculación desactivada para favorecer la salida del aire caliente del habitáculo
  • Abrir todas las ventanillas durante los primeros minutos de circulación para que el aire caldeado se vaya más rápido. Esto es algo que muchos conductores desconocen, pero hay que recordar que el aire dentro del habitáculo puede estar por encima de los 50 ºC. Si el de la calle está a “sólo” 35 ºC, que entre mientras el aire acondicionado empieza a enfriar ayudará a evacuar la masa de aire más caliente.
  • Dirigir el aire por las salidas frontales y hacia los pies. Conviene evitar usar los aireadores superiores, que se usan en invierno para desempañar el cristal. Si están abiertas estas salidas, haremos circular el aire recién enfriado por la parte más caldeada y expuesta al sol de nuestro coche, reduciendo la eficacia del aire frío.

Cómo usar el aire acondicionado durante un viaje

Una vez que hemos disipado el aire más caliente siguiendo los pasos antes comentados, cerraremos las ventanillas y podremos reducir la intensidad del ventilador para seguir con las siguientes instrucciones:

  • Activar la recirculación de aire, lo que ayudará a seguir enfriando aire ya enfriado en vez de aire caliente proveniente de la calle. No conviene circular mucho tiempo con esta función activada, pero no pasa nada por tenerla 20 o 30 minutos. De hecho, en muchos coches modernos la recirculación se desactiva por sí sola cuando pasa un tiempo prudencial.
  • Cerrar las ventanillas. Cuando el interior ya está medianamente fresco, la corriente de fuera es contraproducente.
  • Dirigir el aire hacia el torso y los pies pero sin mucha intensidad. El compresor de aire no enfría más por colocar el ventilador a toda velocidad, y sólo conseguiremos viajar en una atmósfera más ruidosa y con una corriente molesta de aire dirigida hacia la cara (lo que hace que se sequen más los ojos) o las articulaciones. Por el contrario,
  • Mantener el aire acondicionado conectado todo el viaje. Muchas personas tienden a pensar que ahorran combustible sólo por ir desconectando el botón “AC” cada cierto tiempo, pero la realidad es que, sobre todo en los coches modernos, los climatizadores automáticos conectan y desconectan el compresor cuando es necesario, para favorecer el consumo sin reducir el confort térmico del habitáculo. Hacerlo por nuestra cuenta sólo conllevará pasar frío o calor a partes iguales.

Viajar en las horas centrales del día

Una gran proporción de conductores prefieren viajar en las horas centrales “por seguridad”, cuando no es más que una sensación basada en que la luz solar, la presencia de más coches en carretera y la coincidencia con un horario “normal” de atención ante cualquier incidencia, serán una garantía en caso de algún tipo de percance durante el viaje. Sin embargo, no es la elección más sensata desde el punto de vista de la seguridad vial. En las horas centrales del día confluyen varias situaciones que, en realidad, aumentan la probabilidad de sufrir un accidente:

  • Mayor temperatura del asfalto y ambiental, con lo que se reduce en confort térmico, que incide en el cansancio de los pasajeros, y los elementos mecánicos sufren más (mayor propensión a calentar el motor, reventar un neumático, etc).
  • Más tráfico concentrado en las vías principales, con mayor hacinamiento, menos distancia de seguridad y más sustos en mitad del tráfico denso
  • Retenciones en el perímetro de los núcleos urbanos, ya sea por el tráfico de otros viajeros o porque coincide con la salida del trabajo cuando nos aproximamos a alguna ciudad de paso
  • Servicios de asistencia más solicitados
  • Horas de más calor en caso de sufrir un percance que nos obligue a esperar al borde de la carretera o dentro del coche

Por el contrario, si se eligen las primeras horas de la mañana, antes incluso del ocaso, las últimas del día, cuando ya refresca el ambiente y el sol se ha escondido, o incluso al viajar por la noche, encontraremos los siguientes beneficios para el mismo trayecto:

  • Tráfico fluido y sin retenciones a la salida o la entrada de los núcleos urbanos
  • Baja radiación solar, mejor confort térmico, menos necesidad de usar el aire acondicionado a gran intensidad
  • Menor consumo, ya que el motor trabaja con una temperatura ambiente que favorece su rendimiento térmico
  • Restaurantes y estaciones de servicio 24 h sin masificaciones. No todos los que hay en cada ruta principal tienen ese horario, pero los que lo tienen, están mucho más tranquilos a esas horas

Tan solo hay que tener cuidado si tenemos problemas de visión, porque es cierto que con la oscuridad los conductores que ven peor sufren más, y tener en cuenta que es más fácil que se crucen animales en las carreteras secundarias. Sin embargo, son “riesgos” pequeños y poco probables a cambio de viajar mucho más relajados y rodeados de menos tráfico.

Sentarse inadecuadamente, en especial los pasajeros

¿Quién no ha visto o ha llevado un copiloto recostado en su asiento y con los pies sobre el salpicadero como si de una cama se tratase? Pese a que es una práctica relativamente extendida cuando hacemos viajes largos, poner los pies en el salpicadero es extremadamente peligroso, ya que en caso de accidente (sobre todo en un alcance frontal, el más frecuente en una caravana de coches), el airbag se convierte en un arma de doble filo que aplasta al copiloto contra el asiento doblándole el tronco a una posición incompatible con la vida, o que le causará lesiones de extrema gravedad.

Algo parecido ocurre con el resto de pasajeros que viajan en posturas cómodas pero no ergonómicas para que los sistemas de retención del coche. Un pasajero que viaje tumbado, aunque lleve el cinturón de seguridad abrochado, tiene una tendencia natural a deslizarse por debajo del cinturón con el denominado “efecto submarino”, y quedar atrapado o simplemente mal sujeto en un accidente, con mucha más probabilidad de sufrir lesiones graves.

Conducir con calzado o vestimenta inadecuados

A mucha gente le puede parecer una tontería o algo propio de quien les quiere quitar su “libertad” de vestir como quieran. Sin embargo, en especial al volante, vestir ropa y calzado adecuados es fundamental no solo para mantener el control del vehículo en situaciones inesperadas, sino para que los sistemas de seguridad hagan bien su trabajo.

Un calzado inadecuado, como sandalias, chanclas de playa o alpargatas pueden salirse del pie ante un frenazo repentino, engancharse y no permitir al conductor pisar adecuadamente los pedales, o entorpecer el movimiento de estos al quedar atrapados entre el suelo y el pedal.

Conducir sin camiseta es peligroso en caso de accidente, ya que el cinturón de seguridad y los airbag producen quemaduras por el efecto de los sistemas de disparo que los activan.

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